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Arquetipo Metodológico para la Gestión del Talento Humano desde el enfoque Materialista-Dialéctico

Título: Arquetipo Metodológico para la Gestión del Talento Humano desde el enfoque Materialista-Dialéctico: Una mirada hacia la nueva Institucionalidad.

Autora: García Colina, Yoselin

Resumen:

La investigación que aquí se presenta, vista desde la óptica del materialismo dialéctico, busca lograr poner en relieve las dimensiones existentes entre el tejido que marca las relaciones sociales en términos de la dinámica de un proceso histórico-cultural y las oposiciones de la realidad en sí misma, como contraste que orienta al establecimiento de nuevas formas de abordaje de situaciones problémicas concretas. El arquetipo metodológico sugiere una estructura organizativa que implique realizar determinaciones multimodales y multifactoriales, es decir, considerando que la Gestión del Talento Humano implica un conjunto ordenado de acciones que va desde la formación hasta los elementos actitudinales y procedimentales que se vinculan y articulan en la organización. Esta investigación pretende acercar sobre la base de los sistemas que se desarrollan labores en las organizaciones una nueva forma de abordaje de la Gestión del Talento Humano que procure generar cambios y transformaciones profundas desde la praxis de una nueva cultura de trabajo que considere al ser humano como el motor dinamizador de la realidad social concreta, que le permitan avanzar hacia nuevos mecanismos de gestión pública más eficiente, más eficaz y por lo tanto más productiva, que construya una nueva narrativa que edifique una nueva práctica del servidor y servidora pública, que entienda al entorno y encamine acciones para la transformación política, cultural, social, económica del contexto con pertinencia, justicia social y que de paso a una nueva institucionalidad que verdaderamente responda desde lo colectivo a la satisfacción de las necesidades particulares de crecimiento y desarrollo.

Contenido:

La investigación que aquí se pretende presentar, vista desde la óptica del materialismo dialéctico como paradigma de investigación y transformación social, busca lograr poner en relieve las dimensiones existentes entre el tejido que marca las relaciones sociales en términos de la dinámica de un proceso histórico-cultural y las oposiciones de la realidad en sí misma, como contraste que orienta al establecimiento de nuevas formas de abordaje de situaciones problémicas concretas.

Este enfoque filosófico sustenta las bases que erigen el carácter histórico de un proceso que “denota el resultado siempre provisional, transitorio, del movimiento dialéctico de la realidad” (Damiani, 2014:10[1]), que sin lugar a dudas no es estática ni mucho menos aséptica o neutral como la describen los positivistas; si no que al contrario, el centro epistemológico se fundamenta en la articulación entre la teoría y la práctica pero desde la perspectiva crítica de las ciencias sociales. En la misma medida con la que se dinamizan los eventos en la realidad así mismo se profundizan los aspectos que implica el abordaje de un proceso de periodización del desarrollo de la misma, tan cambiante como transformadora.

El principio dialéctico que fundamenta los preceptos materialistas en la interpretación de la realidad parte del hecho mismo de asumir el conocimiento no desde la subjetividad o individualidad sino más bien en reconocer que lo gnoseológico es un proceso social y objetivo. Por ejemplo, lo que hace que Marx se diferenciara de Hegel, era precisamente que el conocimiento en lugar de asumirlo sólo para conocer la verdad de la realidad, se asumiera, además, para transformarla (Ibarra, 1992[2]); y es que no tendría sentido alguno el hecho de investigar una realidad si no se procura revertir los procesos que generan en ella atraso e involución, es decir, esa resignación al saber parcializado para “aislar un objeto de estudio de su contexto, de sus antecedentes, de su devenir” (Morín en Barberousse, 2008[3]) ya que la aspiración máxima es poder concebir la realidad desde el pensamiento multidimensional, como un sistema.

Sin embargo, lo que hace que el estudio de las múltiples dimensiones de la realidad se tome como una “totalidad” en unión indivisible que debe ser abordada como un todo y no fragmentada por partes es una posición compartida de la autora con Tapiro y Quintero (2014:)[4] cuando afirman que:

-La- teoría social marxiana es tan solo una perspectiva político-revolucionaria, por un lado; o filosófica, económica o sociológica, por otro; es dar continuidad a las malinterpretaciones de algunas corrientes marxistas a través de las cuales se ha reproducido la idea fragmentadora de separar lo político de lo histórico, este de lo económico y este último de lo filosófico, hasta perder por completo el análisis de la realidad como síntesis de múltiples determinaciones, como totalidad concreta, dando paso a la fragmentación de lo social, entendiéndolo de forma limitada al concebirlo como suma de factores.

Esta multiplicidad de la unión de la realidad viene a vincularse de manera recíproca, es decir, la acepción de lo concreto resulta en una relación indivisible articulado de las tantas formas como sea la existencia del objeto, la unidad no se expresa por las aproximaciones o similitudes sino al contrario, por la contrastación de sus diferencias y contradicciones.

En este sentido, evidentemente resulta inaudito por ejemplo, no establecer contradicciones entre lo que plantea los constructos teóricos hacia el estado deseado de la gestión pública y como es descrita la realidad. Por lo tanto, el materialismo dialéctico no sólo persigue exponer la realidad como un todo sino además como resulta la concreción dialéctica del hecho social, una especie de sistema orgánico que se entreteje como una red societal.

 A propósito de dichas consideraciones, para la autora particularmente el paradigma con el que concibe esta investigación permite disertar acerca de la organización y división social del trabajo, y cómo ésta a su vez permite comprobar la diferenciación de las actividades, es decir, como el “trabajo de dirección (el trabajo intelectual) y el trabajo subordinado (trabajo manual) se contraponen” (Damiani, 2014:18[5]) determinando roles y patrones funcionales en la sociedad en lo general pero en lo particular como se perfilan los procesos de transformación en un enclave histórico-social, es decir, la fragmentación del saber y el hacer independientemente de los roles que se ocupen en el proceso social del trabajo.

Por lo que resulta pertinente, en toda estas determinaciones dentro de la teorización poder colocar en el epicentro de la investigación al sujeto social de transformación que es quién, en todo caso, ejerce la fuerza motriz que responde a una relación dialéctica entre lo concreto de la realidad y dinamización que la sociedad le da, es “donde el conocimiento se concibe como un proceso social y objetivo y no subjetivo individual” (Laureiro y Ramírez, s/f)[6]. Estos preceptos deben ir relacionados con las formas como es distribuido el trabajo, como se manejan las relaciones de poder de quien lo ejerce y quien lo dirige y como estas mismas relaciones devienen en la composición de un sistema, pero al mismo tiempo entendiendo sus relaciones complejas y multidimensionales.

El método dialéctico materialista busca “conocer la realidad de manera objetiva y superar lo que en ella obstaculiza el desarrollo de las relaciones sociales, para avanzar hacia una sociedad emancipada” (pp. 141[7]), esto refiere a que el sujeto responde a un proceso integrado de relaciones sociales es decir, el desarrollo de un proceso de interiorización con base en la socialización (Zumalabe, 2006:33[8]), en definitiva el desarrollo ontológico del sujeto reconociéndolo como un ser biopsicosocial.

Para Zumalabe (2006) “el proceso de desarrollo no obedece a fuerzas y elementos exteriores, sino que tiene como fuerza motriz las contradicciones internas de la vida humana en la propia sociedad”, estas consideraciones son basadas en la psicología soviética que rechaza la suposición de habilidades innatas, reconociendo sólo aquellas que son determinadas por las características físicas que las definen, pero que todas serán en definitiva dadas en dependencia de las condiciones sociales.

Por ejemplo un factor importante para el estudio en progreso responde a las características determinadas por el talento humano, ese rasgo innato que se expresa en cualidades que pueden ser exploradas en la misma medida como fluya el tiempo, la vida, la educación, la actividad propia del sujeto entre otros tanto. En este sentido, resulta menester identificar las características individuales y aquellas que son desarrolladas en colectivo y que potencian el desempeño en el proceso social del trabajo.

Dicho de otro modo, como se perfila el talento humano desde las habilidades particulares y cómo son modeladas a partir de los objetivos institucionales que permitan potenciar el ejercicio del servicio público como un todo, redundando en el mejoramiento tanto del desarrollo personal y profesional, como de la política pública que en ese espacio colectivo institucional se genere.

Con base en los aspectos paradigmáticos y presupuestos epistemológicos asumidos el abordaje metodológico que se pretende, busca dialogar no sólo con los sujetos sociales protagonistas de esta investigación si no también con la dinámica cambiante del entorno en el que es desarrollada, además en tanto en cuánto se realice determinaciones de carácter analítico, haciendo un recorrido histórico por el objeto, caracterizándolo, describiendo sus múltiples relaciones, cualidades, propiedades y componentes desde su estado inicial que coadyuve a perfilar el estado deseado desde las necesidades propias de la investigación y las condiciones, razones, contradicciones, en las que es representada la realidad y la lógica de su desarrollo para procurar transformarla haciendo síntesis teórica como unidad dialéctica, entendiendo como funciona desde las partes para conformar el todo dentro del sistema.

En ese sentido, los métodos de abordaje de la situación problémica se plantean a través las consideraciones multicéntricas (Rodríguez y Pérez, 2017[9]), es decir, las multiformas en cómo es concebido el objeto de estudio en tanto en cuanto se establezcan diversas ópticas no sólo la visualización del conflicto sino también las maneras en las que se puede transformar esa realidad compleja de la estructura y de la dinámica del sistema (Campechano, 2005[[10])

Este devenir dialéctico que se conecta con cada uno de los puntos que entreteje esta red social es inversamente proporcional que dibuja el espacio de transformación de la Gestión del Talento Humano desde lo cualitativo y cuantitativo al mismo tiempo, sin considerarlos como opuestos, es decir, en un proceso casi simbiótico donde definir qué comienza y qué termina es regresar a sí mismo, puesto que esa relación dialéctica responde a un recorrido histórico por el que transita el sujeto social.

En esta dirección se apunta el estudio en curso que va desde lo particular del proceso de la GTH y los factores y elementos racionales intervinientes tanto internos como externos, hasta llegar a generar con base en los fundamentos teóricos nuevas formas de abordajes metodológicos, tomando en consideración la lógica objetiva en la comprensión de los hechos y procesos en la realidad concreta entendiendo como afirmaba Bunge (2001[[11]) que la “contradicción es la fuente de todo cambio” (p.43) siempre que se busque superar dichas oposiciones.

Es decir, visualizar el objeto como una estructura sistémica en la que resulta imprescindible describir con precisión las relaciones funcionales que  lo componen en tanto se oriente a explicar los elementos cualitativos en las relaciones con otros sistemas de modo que se llegue a caracterizar pormenorizadamente las formas de organización que va bidireccionalmente vertical y horizontal para procurar transformarla.

Lo anterior implica, naturalmente, que el proceso se argumente desde los materiales documentales teóricos que describen los rasgos generales y particulares de ciertos elementos intervinientes y que en contraste con la realidad que se expone en esta investigación hace que el análisis de contenido se convierta por ejemplo en un método de abordaje en sí mismo de la situación problémica, que persigue explicar las diferencias entre las generalidades pero desde la argumentación fundamentado en las experiencias narradas de la conversación y diálogo que se mantiene con la observación inclusive, y que acerca hacia la naturaleza del objeto en tanto sus relaciones sean manifiestas en la caracterización de la realidad particular que aquí se expone.

Por lo que la autora comparte la posición de Martínez (2004[12] en Balza, 2010:48[13]) cuando expone lo siguiente:

Transitar el camino de lo desconocido es mucho más fácil que diseñar métodos para abordar la nueva realidad a la que nos enfrentamos, o que inventar las teorías adecuadas para integrar esa realidad en un todo coherente y lógico. La realidad de la vida y el conocimiento de ella, no viene dada en bloques disciplinarios, puesto que regularmente se rebasan las posibilidades de las técnicas y las teorías de una de ellas, sobre todo, cuando se trata de problemas sociales las mismas se vuelven inoperantes. (p-162)

Por lo tanto, un elemento vital en el desarrollo del proceso investigativo y que se expresa en todos los momentos metodológicos como un factor predominante y que se lleva a cabo antes, durante y post abordaje es la observación que permite incorporar desde la óptica con la que se asuma una “percepción directa, atenta, racional y planificada” (Cerezal y Fiallo, 2010:66[14]) que permita destacar las particularidades contextualizadas con el sujeto a las coordenadas socio-históricas que implican valores, creencias, ideales, propósitos, expectativas de vida, etc. en lo individual pero también como un ser histórico (Gadamer, 1999:73[15]) en lo colectivo.

Sobre la base de la realidad encontrada se pretende por lo tanto un acercamiento desde la triangulación también como método de abordaje del objeto de estudio comprobando desde la teoría y las contradicciones que se presentan in situ, así como también las opiniones, argumentos, vivencias, experiencias,  de las diversas fuentes de datos y de los diversos mecanismos metodológicos de encuentro con la realidad observable, en tanto en cuanto se realicen al mismo tiempo determinaciones que surjan del proceso de contrastación antagónico de la información recogida y asumida por el investigador de lo que sucede en la realidad concreta en función de establecer determinaciones conceptuales que orienten el proceso de construcción del arquetipo metodológico. 

Espiral  Metodológico 

Las consideraciones paradigmáticas del piso epistémico que es asumido en esta investigación alude características que direccionan hacia la multimodalidad y multiplicidad de métodos en el abordaje del objeto y que en el devenir histórico de su evolución y su proceso de resignificación emerge de sus relaciones dialécticas y dialógicas como un sistema integrado e integrador de una red de vínculos conexos que se reproducen y se reconfiguran en una dinámica espiral (Balza, 2010:58[16]) que forman una totalidad compleja en un contexto igual de complejo.

En este sentido, la autora detalla el recorrido metodológico que toma como ruta para construir el devenir dialéctico de la investigación al que denomina como momentos descritos de la siguiente manera:

 

 Figura Nº 11: Espiral Metodológico. Fuente: Elaboración propia

Arquetipo Metodológico de la Gestión del Talento Humano 

A partir de las consideraciones teóricas se pretende la construcción de un Arquetipo Metodológico con base en el enfoque materialista-dialéctico que direccione una nueva concepción filosófica, epistemológica, gnoseológica, axiológica, sociológica inclusive para la Gestión del Talento Humano que permita la gestación de una nueva institucionalidad para la gestión pública socialista    .

Considerando los referentes teóricos asumidos en esta investigación resulta pertinente describir la periodización del Arquetipo, sobre las bases del pensamiento sistémico y de las complejas relaciones dentro de los sistemas, entendiendo que la realidad no es estática ni mucho menos aislada si no que resulta un inacabable estado de inicio y cierre de situaciones concretas que el todo abstrae.

Estas relaciones dinámicas se producen bajo entornos concretos, contextos particulares, momentos históricos singulares, esto quiere decir que aunque se pretenda generalizar la frecuencia de un fenómeno social la contextualización de la realidad permitirá profundizar en los esquemas individuales de los sistemas que a su vez tienen afectaciones colectivas en un proceso dialéctico y dialógico.

Sin embargo, esta lógica apenas resulta novísima para quienes tienen un sesgo positivista que implica la estandarización de los estudios sobre todo en el área de las ciencias sociales, puesto que aunque los sujetos tenga patrones de comportamiento similares y puedan ser agrupados, estratificados o clasificados, hay rasgos que solo son definidos en dependencia de los actores sociales, de las actividades que realizan o inclusive en dependencia del contexto mismo.

Esta concepción proviene además de las formas de relacionamiento de los seres humanos; somos un sistema y por lo tanto como sistemas funcionamos, aunque resulta contradictorio afirmar que la individualidad de cada uno dentro de los sistemas viene a ser el vértice que conecta a las acciones colectivas en un modelo que caracteriza ese sistema. Así que estos contrastes dan al traste con lo expresado por la Teoría General de Sistema que surge en la primera parte de siglo XX, sin embargo, se puede decir que el pensamiento sistémico tiene antecedentes mucho más antiquísimos que datan desde el 1605 con las aseveraciones realizadas en esta área por Drebbel o incluso más atrás, en la Grecia antigua por Ktesibios en el siglo III a.c.

No obstante fue hasta 1937 cuando Ludwing Von Bertalanffy[17[ quien describió con mayor precisión los fenómenos que gobiernan los sistemas, determinando así una frase que se convertiría en la síntesis de su obra: “El todo es más que la suma de sus partes” (2009). Esta afirmación revoluciona todo concepto que se hubiere expuesto hasta la fecha, ya que evoluciona la visión reduccionista de decir que el todo está conformado por las partes, y es que al incorporar el adverbio de cantidad “más”, refiere indudablemente a la particular dinámica que rigen los sistemas y los principios y características que per se deben considerarse como componente fundamental en los sistemas.

Para el mismo Chiavenato (1989[18]) la contribución de Von Bertalanffy refiere además a las características que este atribuye a los sistemas que constan de: a) Un propósito u objetivo, b) Globalismo o totalidad, c) la Entropía y d) la Homeostasis. Esto explica los componentes de cualquier tipo de sistemas, sean abiertos, cerrados, según su naturaleza, probabilísticos, de control, jerárquicos, socioculturales, simples, complejos, piramidales o cuales quiera sea su denominación (Vega, 2013[19]).

Esta corriente fue asumida posteriormente en el área de la cibernética para explicar de una forma u otra la dinámica en las relaciones que entretejían la red de los sistemas; fue Jay W. Forrester (Wiener, Bigelow, Rosenblueth, entre otros) hasta el 1950 que apartir de sus estudios desarrollados en el Instituto de Tecnología de Massachusetts como ingeniero eléctrico en las áreas de servomecanismos, a partir de la comprensión de las relaciones entre las máquinas y los seres humanos desarrolló una metodología para construir modelos cibernéticos de los procesos industriales que le permitiera evidentemente: a) la mitigación de la intervención del humano, b) evidenciar las fallas en los sistemas con mayor precisión y c) elevar la productividad.

Estas consideraciones realizadas por Forrester por un lado coadyuvaron a determinar la relación bidmensional en los procesos de dirección y la dirección de los procesos que ya había iniciado Von Bertalanffy en la Teoría General de sistema, pero al mismo tiempo evidenció que parte de la ciencia es utilizada como medio para imponer el método de explotación más “amigable” con el humano típico de las sociedad capitalistas, bien descrito por el fordismo keynesiano, sin embargo, también pudo dar pie para continuar con las interpretaciones no en el campo de las ciencias duras, pero sí en el campo de las ciencias sociales en donde, Vega (2013[20]) denomina a Forrester como aquel que “construyó un puente entre los métodos empleados por los ingenieros en problemas tecnológicos y los métodos específicos de estudio de sistemas sociales”, ya entendiendo entonces el origen de los sistemas se amplía la vista hacia la Teoría de los Sistemas Sociales.

En este sentido, fue Parson[21] cuando en 1961 acerca el término sistemas al comportamiento social, más específicamente a lo relacionado con las ciencias administrativas, exponiendo una gestión basada en patrones de roles dirigidas a garantizar que el personal acate normas y reglas, puesto que pertenecen a un sistema. Es una visión un poco reduccionista, que por un lado simplifica el comportamiento humano del talento humano, y por el otro no amplifica las acciones protagónicas de los sujetos sociales si no que más bien las agrupa, reduciendo exponencialmente la incidencia en el sistema. Esto a la luz también de las concepciones en el campo de la gestión humana, para esa época el hombre y la mujer solo era considerado con un mero recurso organizacional y no como el epicentro dinamizador de los cambios y transformaciones sociales.

Sobre la base de lo establecido durante casi un setenteno Senge (1990 c. p. en Vega, 2013)[22] señala que esta “…es una disciplina para ver totalidades. Es un marco para ver interrelaciones en vez de cosas, para ver patrones de cambio en vez de instantáneas estáticas”.

Estas son palabras que revierten suma importancia a esta investigación puesto que aparte de describir el funcionamiento eficiente de un sistema organizacional, también expresa claramente la diferencia entre un modelo teórico y un arquetipo metodológico, cuando asume que son “patrones” pero “de cambio”, es decir, que permite evidenciar además las interrelaciones no solo las generalidades del proceso en sí mismo, sino también la interacción entre sujetos de cambio en lugar de recursos organizacionales y que afecta colectivamente el sistema, en tanto que se reconoce el carácter dinamizador y transformador constante como un todo; pero un todo concreto, no como la abstracción de la representación de un fenómeno estandarizado.

 

Figura Nº 13: Periodización del Arquetipo Metodológico. Fuente: Elaboración propia. 

Este recorrido conceptual adentra al entramado de nociones y posiciones discordantes o convergentes en la cuestión de los sistemas pero que siguen una línea de tiempo que se ubica en un momento histórico que señala hechos, eventos, lugares y contextos particulares que en adición al caudal de fenómenos sociales revisten las peculiaridades de un proceso que evoluciona permanentemente, es decir que está en constante cambio, renovándose exo o intrasistema. Y en ese persistente proceso, el resultante es alterado de tantas formas diversas y variadas como actores sociales intervengan dialéctica y dialógicamente dentro del sistema que a su vez genera un subsistema de otro en un inacabable ciclo multifactorial y multidireccional.

Para la autora, asumir la construcción de un Arquetipo Metodológico, en lugar de un modelo teórico resulta complejo, no solo por la tarea propia investigativa que per se implica, sino que también, se añade el hecho de gestar nuevos constructos teóricos, nuevas concepciones, nuevas categorías, nuevas atribuciones, inclusive discursivas, que revierten una significación superior, una interpretancia que eleve el nivel de comprensión de la perspectiva de la que se apropia las ciencias sociales, y en definitiva de la nueva episteme que se procura desde el Sur y los países de la región.

Dicho esto, un Arquetipo Metodológico para la autora es una construcción teórico-práctica que representa y expresa el movimiento particular de los sistemas y subsistemas que componen los procesos complejos de la gestión del talento humano con el propósito supremo en procurar transformar la realidad concreta. Es decir, es un patrón original que caracteriza las generalidades de un proceso particular que describe las relaciones específicas de los sujetos sociales que interactúan de forma dialéctica y dialógica dentro de ese sistema y los subsistemas que lo componen.

No es una receta que se puede copiar textualmente y ser aplicado en cualquier contexto, precisamente el arquetipo recoge el conjunto de situaciones que se desarrollan con mayor o menos frecuencia, y que se determinan en una categoría que singulariza un modo de comportamiento organizacional del campo sujeto a esta investigación, que sí, indudablemente podría coincidir con algunos elementos constantes en otros sistemas, sin embargo, hay elementos peculiares que hacen que se diferencien del resto y esto implica por lo tanto teorizar y construir elementos epistemológicos que se adecuan a las realidades tanto de los sujetos como de los fenómenos sociales.

Por lo tanto, los sistemas que se describen en el arquetipo metodológico determinan cuán dinámico, flexible, interactivo, dialógico, transformacional y cambiante es su capacidad para intercambiar no solo desde lo teórico-conceptual, también desde lo experiencial, ya que no son unidireccionales si no que responden a una interrelación de totalidad más allá que de causa y efecto, puesto que la lógica es comprender desde el análisis, es decir, desde la síntesis dialéctica, desde el pensamiento crítico, y no sólo desde la lógica lineal los procesos, permitiendo determinar el comportamiento del sistema. Estos patrones particulares, usualmente refieren un comportamiento repetitivo y a menudo suele pensarse que responden cíclicamente, pero no necesariamente siguen bajo este esquema, si no que pueden evidenciar inacabables procesos en espiral.

El arquetipo metodológico persigue la revisión del proceso como un sistema complejo de interrelaciones que evolucionan o involucionan y que precisamente esta falla en la totalidad afecta no sólo una parte si no el todo, y este punto en la gestión del talento humano resulta fundamental, puesto que la práctica que es ejercida por los actores sociales implica afectaciones a la gestión pública toda, en diferentes niveles. Básicamente es un elemento que resalta una falla estructural en la institucionalidad actual, puesto que cuando uno de los sujetos sociales no responde satisfactoriamente en la consecución de las metas y objetivos en el desarrollo de las políticas públicas, surgen los “virus” de la administración pública como lo es el fenómeno de la burocracia, el minimalismo o la corrupción, entre otros tantos.

Por último, todo arquetipo metodológico orbita alrededor de principios elementales que los rigen y prefiguran su accionar, por lo que esta investigación además pretende describirlos de la manera siguiente:

ü  Principio de Transformación: Este principio responde además a una ley sine qua non, que per se establece un criterio incorruptible del paradigma que sostiene el arquetipo metodológico; no sólo es la interpretación de la realidad si no procurar transformarla, pero esto es un proceso sistémico que implica además de niveles de conciencia elevados, en primer lugar para identificar y asumir el rol que le corresponde dentro del sistema sea en procesos de dirección o en la dirección de los procesos, o en segundo lugar, para accionar el pensamiento y la acción crítica que le permita generar el salto cualitativo de un estado pasivo a uno activo, empoderándose de los medios para hacer suceder las revoluciones, es decir, un proceso de transformación, como decía Chávez (2011[24]): “una revolución tiene dentro de sí varias revoluciones”, entendiendo que la transformación sucede en principio si hay la voluntad para el cambio como un elemento subjetivo, pero que va generando una especie de efecto dominó que alienta a los sujetos sociales a ser protagonistas y enfrentar estos procesos además en primer persona. Asimismo, este principio refiere aspectos que genera un encadenamiento de cambios cuali-cuantitativos que pasa por los modos de actuación individual, pero que también afecta al comportamiento de la sociedad que se expresa además en los niveles de desarrollo del país y por lo tanto de la institucionalidad en la que se erige las políticas públicas en cualquier sistema de gobierno, sobre todo cuando se asume que el sujeto social es sentí-pensante y no un recurso organizacional.

ü  Principio de Metanoia: En segundo lugar, el principio de Metanoia refiere que el arquetipo metodológico per se es participativo, pues sería una contradicción evidenciar un sistema que no se alimente de otros sistemas o subsistemas seria como afirmar que un sujeto social en su individualidad no necesita del entorno, entendiendo que: “ninguna mujer u hombre es una isla. Nuestras experiencias, nuestras decisiones, nuestras acciones, todas influencian y modelan las vidas de los demás” (Torres, 2006:89[24]). Además no resulta una construcción teórica aislada si no que se basa principalmente en las relaciones de cooperación, pero que responde a la forma como funcionan los procesos intrasistema, y sobre todo porque este principio alimenta al principio de transformación, si no hay participación pues no habrá transformación de la realidad concreta. Esta relación simbiótica se debe particularmente porque las situaciones problémicas son el resultante de problemas colectivos y que deben ser determinadas y resueltas de la misma manera. No puede ser concebido un arquetipo metodológico que no presente esta condición metanoica entre los actores sociales que intervienen directamente en el.

ü  Principio de Feedback: El último principio que se presenta en la perfilación hacia el Arquetipo Metodológico se basa fundamentalmente en la propiedad que tienen los actores sociales intervinientes dentro del sistema en ser reguladores y autoreguladores tanto de las formas de comportamiento en la dirección de los procesos, como en ese ir y venir dialéctico y dialógico que permite participar de manera bidimensional activa y protagónicamente, empoderándose de los procesos de transformación que se manifiestan en primera persona. En este paso el nivel de interacción intra e intersistemas resulta vital para contrarrestar aquellos elementos de dispersión que no atienden a la satisfacción de los objetivos en términos individuales de crecimiento ni colectivos de desarrollo, por lo tanto la institucionalidad se ve seriamente comprometida, ya que este principio balancea tanto los sujetos sociales como los procesos de direccionamiento en un espiral que crece o decrece en dependencia del nivel de interacción, poco o mucho, alto o bajo, pero que resulta imprescindible para alimentar y realimentar las relaciones complementarias dentro del sistema. Un arquetipo no es funcional sin relaciones de cooperación o de subordinación que balancee o contrarreste.

 

Finalmente, el arquetipo metodológico sugiere una estructura organizativa que implique realizar determinaciones multimodales y multifactoriales, es decir, considerando que la Gestión del Talento Humano implica un conjunto ordenado de acciones que va desde la formación del personal hasta los elementos actitudinales y procedimentales que se vinculan y articulan en la organización.

Esta investigación pretende acercar sobre la base de los sistemas que se desarrollan en las organizaciones labores una nueva forma de abordaje de la GTH que procure generar cambios y transformaciones profundas desde la praxis de una nueva cultura de trabajo que considere al ser humano como el motor dinamizador de la realidad social concreta, que le permitan avanzar hacia nuevos mecanismos de gestión pública más eficiente, mas eficaz y por lo tanto más productiva, que construya una nueva narrativa que edifique una nueva práctica del servidor y servidora pública, que entienda al entorno y encamine acciones para la transformación política, cultural, social, económica del contexto con pertinencia, justicia social y que de paso a una nueva institucionalidad que verdaderamente responda desde lo colectivo a la satisfacción de las necesidades particulares de crecimiento y desarrollo. 

Figura Nº: Estructura Sistémica del Arquetipo Metodológico de la Gestión de Talento Humano. Fuente: Elaboración propia (2020).


 


[1]DAMIANI, L. (2014): “El modelo dialéctico de la investigación social”. Editorial Trinchera, Caracas. Venezuela.

[2]IBARRA, F. (1992): “Justicia: Aportes para una historia de la filosofía del Derecho”. Editorial C. A. Guerrero, México. Disponible en: https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/10/4681/14.pdf

[3]BARBEROUSSE, P. (2008): “Fundamentos Teóricos del Pensamiento Complejo de Edgar Morin”. Revista Electrónica Educare, XII(2),95-113.[fecha de Consulta 14 de Marzo de 2021]. Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=1941/194114586009

[4]TAPIRO, J. Y QUINTERO, S. (2014): “Introducción al método dialéctico materialista e histórico para la renovación crítica del Trabajo Social”. Revista Eleuthera Vol. 11 Julio - Diciembre, pág. 137-159. Rio de Janeiro, Brasil.

[5] IBIDEM damiani

[6] LAUREIRO, I. Y RAMÍREZ, F. (s/f): “La dialéctica materialista vs. Los ¨ paradigmas¨ de investigación cualitativa

y cuantitativa”. Universidad Central “Marta Abreu de Las Villas”. Cuba.

[7] IBÍDEM tapiro

[8] ZUMALABE, J. (2006): “El materialismo dialéctico, fundamento de la psicología soviética”. International Journal of Psychology and Psychological Therapy, Vol. 6, Nº 1, Abril, 2006, pp. 21-50. Universidad de Almería, España.

[9] RODRÍGUEZ, A. Y PÉREZ, A. (2007): “Métodos científicos de indagación y de construcción del conocimiento”. Revista EAN, 82, pp.175-195. Disponible en:  https://doi.org/10.21158/01208160.n82.2017.1647

[10] CAMPECHANO, J. (2005): “Pensamiento complejo y el pensar lo educativo”. Secretaría de Educación de Jalisco. Disponible en: http://educación.jalisco.gov

[11] BUNGE, M. (2001): “Crisis y reconstrucción de la filosofía”. Gedisa Editores. España.

[12] MARTÍNEZ, M. (1999): “La nueva ciencia. Su desafío, lógica y método”. Editorial Trillas. México.

[13] BALZA L. A. (2010): “Educación, investigación y aprendizaje: Una hermeneusis desde el pensamiento complejo transdisciplinario”. Asociación de Profesores Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez (APUNESR), Fondo Editorial Gremial, segunda edición. San Juan de los Morros Estado Guárico. Venezuela.

[14] CEREZAL J. Y FIALLO J. (2002): “Los métodos científicos de la investigación pedagógica”. Santiago de Cuba. Cuba.

[15] GARADAMER, H. (1999): “La historicidad de la comprensión como principio hermenéutico”. Verdad y Método I. Ediciones Siqueme. España.

[16] Ibídem

[17] Von Bertalanffy, Ludwing (2009). Teoría General de los Sistemas. Fondo de Cultura Económica.

[18] CHIAVENATO, I. (1989): “Introducción a la teoría general de la administración”. 3era Edición, McGraw Hill. México.

[19] VEGA, C. (2013): “Manual del Curso de Dinámica de Sistemas I, I Unidad”. Facultad de Ingeniería, E.A.P. de Ingeniería de Sistemas e Informática. Universidad Nacional del Santa, Chimbote- Ecuador.

[20] Ibídem

[21] PARSONS, T. (1961): “An Outline of the Social System". En Theories of Society, editado por Talcott Parsons, Edward Shils, Kaspar Naegele y Jesse Pitts, 30-84. Nueva York: Free Press.

[22] Ibídem

[23] CHÁVEZ, H. (2011): Acto de Clausura del Congreso de los  Trabajadores y las Trabajadoras. La Guaira, 2011. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=Aw5GCTybSW8 Recuperado: [06/03/2011]

[24] TORRES, C. (2006): “Educación y Neoliberalismo: Ensayos de Oposición”. Editorial Popular. Madrid-España.

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